El fin de la Ilustración
Quinto Septimio Florente Tertuliano fue el primer padre de la Iglesia Cristiana que reconoció el enfrentamiento entre la Fe y la Razón; suya es la maravillosa frase "se cree precisamente porque es absurdo". Hacia el año 400 de la era cristiana San Agustín participaría en el análisis con sus argumentos "Cree para comprender" y "Comprende para creer". Para el siglo XIII el tema había evolucionado hasta la teoría de la "doble verdad", una para la Fe y otra para la Razón. Santo Tomás de Aquino, sin embargo, ejercería una deplorable influencia sobre el pensamiento católico con su postulado de que hay una única verdad, la cuál se puede alcanzar por ambos caminos: el de la Fe y el de la Razón. Esta última, sin embargo, jamás puede oponerse a la primera; la Razón es la esclava, la "criada" obediente de la Teología. Los herejes que se apartan de la Fe merecen la muerte. En defensa de Santo Tomás hay que reconocer la brutalidad infinita de la Edad Media: los ladrones también la merecían.
El fideismo, doctrina que postula la Fe como único camino posible para llegar a Dios, sobrevivió en las iglesias protestantes así como en la mente de algunos católicos que parecen profesarla en contra de la doctrina de su Iglesia. Si bien esta corriente considera que la Razón es insignificante al lado de la Fe, al mismo tiempo la libera del peso dogmático, acartonado y castrante de los dogmas religiosos. Fue la Razón, aplicada a las prácticas decadentes de la Iglesia Católica del siglo XVI, la que condujo a la Reforma Protestante. Posteriormente, liberada del dogma religioso, produciría la modernidad a partir del fenómeno cultural que llamamos "La Ilustración". Desde la Revolución Industrial hasta finales del siglo XX la cultura occidental explotó en un desarrollo desbocado que terminó por adueñarse del mundo entero, y cuyo resultado es lo que hoy llamamos pomposamente "La Aldea Global".
La Ciencia, la Tecnología, el desarrollo económico mundial, hubieran sido imposibles si la Razón hubiera seguido sometida a la ignorancia de los teólogos en los asuntos terrenales. Ella nos permitió comprender y utilizar en nuestro beneficio al Universo, y regular el orden social por medio de normas racionales e independientes de las creencias, religiosas o políticas, de los jueces y juzgados. Fue nuestra única esperanza de encontrar la verdad científica en el universo, así como la verdad humana en nuestro contexto social: la Justicia.
La era de la Razón, sin embargo, está tocando su fin. Nuevas creencias, no necesariamente religiosas, han ocupado el lugar de "La Revelación", y nuevos patriarcas ignorantes aplican el método de Santo Tomás, pretendiendo justificar sus credos por medio de una razón servil, "criada" de su ideología. Buscar la justificación de las creencias en los juicios racionales siempre ha sido peligroso. El comunismo, por ejemplo, producto de la Filosofía y de la dialéctica revolucionaria, llevó a Rusia a una guerra civil en la cuál murieron más de 2.5 millones de personas en combate, entre militares y civiles; de 3 a 5 millones de física hambre; 2 millones más por represiones y otro tanto por las epidemias asociadas al hacinamiento, mala alimentación y falta de higiene. Esta fue la cuna horrorosa del movimiento que defienden Raúl Castro, Nicolás Maduro, Gustavo Petro y sus aliados guerrilleros, y cuyos arrebatos conquistadores, violentos y generadores de miseria castigan a la humanidad por todos los continentes desde hace más de un siglo.
El discurso "racional" de la izquierda ataca sin misericordia todas las atrocidades cometidas a nombre de las religiones y los movimientos políticos que le son contrarios. La Razón nos diría que ningún grupo tiene derecho a masacrar a otro; es cierto. Sin embargo a ellos también les dice que todas las muertes que ocurren durante la revolución son necesarias en el parto doloroso de un nuevo orden social. En otras palabras, que ellos sí tienen derecho a matar a sus oponentes, como hacen a diario los guerrilleros. Los nazis también tenían derecho de acabar con los judíos, así como los colonizadores que abusaron, masacraron y acabaron con las culturas locales sintiéndose los portadores de una mejor civilización. Es obvio que todos, comunistas, nazis y conquistadores, se sentían y se sienten mejores que sus oponentes. Pero, ¿Es racional que impongan sus creencias a sangre y fuego a los demás?. ¿O será que la furia del dogma (todos los dogmas son furiosos) aplasta a la Razón?. ¿Será que la razón es un títere, una criada obediente y patética en las manos asesinas de las manadas humanas?. O será, simplemente, que los dogmas embrutecen.
Tampoco es racional pensar que el movimiento de los astros determina el porvenir de los seres humanos; o preferir las medicinas alternativas a la medicina basada en la ciencia; o exigir que el Estado gobierne para las minorías y no para las mayorías (suicidándose políticamente, como el partido demócrata en USA); o imponer la ideología de género, que beneficia a una minoría, a una nación conservadora; o apagar las luces una hora al año para "salvar al planeta"; etc. etc.. Ninguna de estas "revelaciones" puede cuestionarse porque "todo el mundo tiene derecho a tener su propia verdad". El problema es que dentro de la naturaleza humana existe la compulsión a imponerle a los demás nuestra verdad, como hacían los conquistadores y hacen los comunistas, sin importar el precio que haya que pagar por ello. Aquel que se atreve a criticar las creencias de un grupo, para analizar sus implicaciones por ejemplo, merece persecución y castigo porque es el enemigo de "La Verdad". Fue lo que le pasó a Galileo cuando pretendió interpretar las Sagradas Escrituras a través de los ojos de la Razón.
La Justicia ya no es imparcial, racional y de aplicación para todos, como pretendió ser en la época de la Razón. Se volvió un arma despreciable en los enfrentamientos entre credos políticos, como lo demuestra todos los días Nicolás Maduro en Venezuela, o los pulsos jurídicos entre Trump y sus opositores, o el escándalo judicial del "hacker" a la campaña presidencial opositora en Colombia. ¿Es la "Justicia Especial para la Paz" el medio para imponerle un nuevo credo al país?.
Volvimos al nivel de los padres de la Iglesia Cristiana en la Edad Media: La Razón es la "criada" del Credo, el cuál se impone por la fuerza porque no puede imponerse por medio de la razón servil. Así ocurrió durante la conquista evangelizadora de América, en la Cruzada contra los Albigenses o en el sometimiento de Venezuela al Socialismo Bolivariano. La Razón independiente de la Fe nos exigiría preguntarnos: ¿No tendrán nuestros contradictores el mismo derecho a imponernos sus creencias?. Yo concluyo que nadie tiene derecho a tener su propia Verdad; opiniones sí, pero esas no se imponen.
¿Vamos en camino a nuevas guerras santas, como la violencia del siglo pasado en Colombia, a nombre de tantas "verdades", subjetivas, arrogantes, sagradas y furiosas?. ¿Cuanto tiempo más podrá sobrevivir la Civilización de la Razón?
Adiós a la Ilustración.